Mi tío Germán Valencia se encontraba en su lecho de muerte debido a un cáncer de próstata que lo acompañó en los últimos 5 años de su vida. Se había recuperado satisfactoriamente de un par de operaciones pero 15 días antes de su muerte resbaló y una costilla fracturada parecía no sanar.
Después de un sin numero de exámenes, los médicos se dieron cuenta de que le había hecho metástasis en los pulmones. En este punto ya no tenían nada que hacer. Simplemente darle calmantes para intentar reducir su dolor y esperar su inexorable deceso.
Él (mi tío Germán) que era un profesional de la salud estava viviendo en un paradigma por el cual luchó. Primero su especialidad es la Urología y durante su ejercicio profesional recibió en más de una ocasión pacientes con su misma condición.
Consciente de que alargar sus días no era más que una tortura para si mismo y sus familiares (especialmente su esposa), pidió que se le aplicara la eutanasia para evitar el sufrimiento al cual esta siendo sometido por la vida.
La respuesta de sus colegas fue un rotundo “NO”, ya que esta practica milenaria no ha sido despenalizada en nuestro país, “NO” que el mismo tuvo que decir a más de uno de sus pacientes en su ejercicio de galeno.
Lo único que logro conseguir fue una fundación para la muerte digna, en la cual se firma un papel en el que se hace saber al honorable cuerpo médico y al poder legislativo que siendo consciente de sus actos, decide que en caso de caer postrado en una cama de hospital o en el peor de los casos en una unidad de cuidados intensivos, ordena por voluntad propia no continuar con su vida por ningún medio mecánico o electrónico asistido, lo que en palabras mas parroquiales sería la prolongación de la vida. Es decir simplemente dejarlo morir.
Estamos señores ante un paradigma muy complicado y tan antiguo como la historia de la humanidad. Este fue tratado sabiamente desde la antigua Grecia (su nombre viene del griego “eu” bien y “thanatos” muerte). Este paradigma es el derecho a acabar con mi vida en el momento en que yo lo decida (¿suicidio?). No es lo mismo que la muerte digna ya que el término se entiende como el otorgamiento de medidas médicas paliativas (que disminuyen el sufrimiento o lo hacen soportable), de apoyo emocional y espiritual a los enfermos terminales. Esta definición se usa para sustituir la no tan bien conocida ortotanasia que consiste en dejar morir a tiempo sin emplear medios desproporcionados y extraordinarios.
Valga aclarar que se sustituyó con el fin de centrar el concepto en la condición (“dignidad”) del enfermo terminal y no en la voluntad de morir.
Los principales paradigmas que sustentan esta situación son morales y religiosos y nos debemos remitir a la historia universal para tratar de entenderlos:
- Para los griegos la concepción de vida era diferente a la nuestra y la eutanasia no complicaba a los seres ya que una mala vida no era digna de vivirla.
- Durante la edad media y bajo la óptica cristiana la eutanasia, el aborto y el suicidio eran considerados pecado ya que nosotros no podemos disponer de la vida que nos fue otorgada por Dios el supremo creador.
- Con la llegada de la modernidad se retoma el pensamiento clásico y se discute que la salud puede ser alcanzada con el apoyo de la técnica, las ciencias naturales y la medicina.
- En la Europa de comienzos del siglo XX, se crean sociedades en pro de la eutanasia para su legalización activa. En estos debates toman parte teólogos, médicos, abogados y filósofos.
- Después de la primera guerra mundial la crisis económica sustenta la matanza de lisiados y de enfermos mentales. Durante la segunda guerra mundial los nazis hacían propaganda a favor de la eutanasia argumentando la indignidad de ciertas vidas las cuales eran merecedoras de compasión.
- En el presente se sustentan varias opiniones sobre la eutanasia y depende de las prácticas médicas y legales que varían de país en país para su penalización.
Teniendo en cuenta estos aspectos históricos nos vamos a centrar en el caso colombiano en donde el debate esta centrado en una posición religiosa mayormente católica ya que es la religión oficial del país. En el año 1997 los jerarcas católicos del país del sagrado corazón, encabezados por Monseñor Alberto Giraldo sacaron a la luz pública un decálogo que se convierte casi en ley divina con el cual se joden las pretensiones suicidas de mi tío y de otros personajes en su misma situación:
1. Nunca es moralmente lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o intencionalmente la muerte del paciente.
2. Por consiguiente, jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para no verlo sufrir o no hacerlo sufrir, aunque él lo pidiera expresamente. Ni el paciente, ni los médicos ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona.
3. No es lícito negar a un paciente la prestación de cuidados vitales sin los cuales seguramente moriría, aunque sufra de un mal incurable.
4. No es lícito renunciar a cuidados o tratamientos proporcionados y disponibles, cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sea sólo parcialmente. En concreto, no se ha de omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe alguna posibilidad de recuperación.
5. No hay obligación de someter al paciente terminal a nuevas intervenciones quirúrgicas, cuando no se tiene la fundada esperanza de hacerle más llevadera su vida.
6. Es lícito suministrar narcóticos y analgésicos que alivien el dolor, aunque atenúen la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento de la vida del paciente, con tal que la intención de la acción sea calmar el dolor y no acelerar disimuladamente (intencionalmente) su muerte.
7. Es lícito dejar de aplicar procedimientos extraordinarios a un paciente en coma cuando haya perdido toda actividad cerebral. Pero no lo es cuando el cerebro del paciente conserva ciertas funciones vitales, si esa omisión le provoca muerte inmediata.
8. Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos que las demás personas, en lo que se refiere a la recepción de tratamientos terapéuticos. En la fase prenatal y en la postnatal se han de proporcionar las mismas curas que a los fetos y niños sanos.
9. El Estado no puede atribuirse el derecho de legalizar la eutanasia, pues la vida del inocente es un bien que prevalece sobre el poder mismo.
10. La eutanasia es un crimen contra la vida humana y la ley divina, del que se hacen responsables todos los que intervienen en la decisión y ejecución del acto homicida.
Los contextos sociales que afectan a estas premisas son la sociedad entera. Pero podemos enmarcarlos varios grandes grupos: la familia, los pacientes terminales, la comunidad médica y científica, el aparato legislativo de las naciones y el hombre del común que puede verse en la misma situación de mi tío en cualquier momento de su vida.
Los prejuicios que veo latentes en esta situación son:
- Los médicos también se enferman.
- Dios es el único que puede quitarle la vida a alguien.
La validez de estos prejuicios funciona en el ámbito religioso, médico y legislativo. Su vigencia permanecerá en cuanto nuestra sociedad colombiana siga siendo mojigata en este tema y se someta al dogma por el dogma.
La propuesta para superar este paradigma es la despenalización de la eutanasia en el país por encima de los juicios morales y religiosos preponderantes. El hombre en últimas es quien decide en esta vida, Dios lo juzgará en la otra.
Preguntas:
¿Para cambiar es necesario conocer y cambiar la historia de la humanidad?
¿Para cambiar se hace necesario el autoconocimiento, como país, como colectivo, como individuo?
¿En que situaciones mi individualidad se convierte pública?
Esta pequeña reflexión sobre mi tío moribundo rogando por un derecho divino, me hace pensar que en nuestro ejercicio de ciudadanos y avalados en la constitución nacional de la República de Colombia el bien público prima sobre el bien individual.
Extrapolando esto a la sociedad nos hace reflexionar en el ego que todos tenemos. Para una organización sana debemos estar alineados en un objetivo común estando empoderados de nuestros actos y seguros de lo que vamos a lograr. La misión, visión y objetivos de la empresa deben estar medianamente acordes con los de mi vida, por lo memos por el periodo de tiempo durante el cual permanezca en ella.
En este momento viene a mi mente lo que sucedió hace un par de años con un director de orquesta quien al final de sus días estaba sordo y ciego y su música ya no tenía sentido. Decidió irse con su esposa quien sufría de una enfermedad terminal a otro país en donde les permitieran aplicarse la eutanasia. Según sus hijos fue una decisión sabia que se consumó en un acto de amor. Y el caso reciente de Peter Smedley quien murió aferrado a la mano de su esposa después de aplicarse un coctel de drogas, evento que fue transmitido por la BBC de Londres
Apliquemos la eutanasia a las personas o partidos que no se conectan con sus objetivos, apliquemonos la eutanasia como ciudadanos cuando no nos conectamos con el estamento (bien llevado).
No creo que Dios vaya a considerar pecado el derecho de no estar donde no queremos estar.
DOCTOR VALENCIA EL SHOW DEBE CONTINUAR.
Peter a punto de recibir su dosis letal. |
En pleno proceso. |
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